Voy a narrar una historia que puede ser objeto de no creerse; pero mi fuente de información no puede mentir, él es parte de la historia, en un tema solo voy a sacar los motivos o causas más significativas o más comunes.

Pensando en estos detalles, me interné en las calles de la colonia en donde está ubicado el despacho en el cual presto mis servicios; un grupo de adolescentes y un adulto joven, se reúnen para cubrirse del frío en un ambiente de gruesa neblina, solo se distinguían pequeñas luces rojizas intermitentes, que eran cigarrillos que parecían luciérnagas. Todos en silencio, con el peso de la soledad a pesar de estar hacinados. Los nombres de los chicos tal vez sean reales o no, pero sus apellidos jamás los conoceremos. Manolo el más listo tiene 14 años, Alberto tiene 16, Tomás 16, el mayor Jaime tiene 18 y el último dice que nunca supo su nombre y lo conocen como “Drácula” porque tiene sus colmillos un poco más largos que sus dientes, todos creen que tiene 12 años, no sabe leer ni escribir.

El primero de ellos; Manolo, dejó la secundaria por motivos económicos, a su madre la abandonó el marido porque se supone que andaba poniéndole los cuernos; la verdad fue que el señor se buscó otra pareja, pero este era hombre; huyó de su casa debido a que su padre intentó violarlo y su madre no lo defendía, alcanzó a golpearlo con la plancha que su mamá estaba usando, se desmayó y sangró mucho, nunca ha vuelto a su casa. No falta “El ángel de los desesperados”; “El Dulcero”, narcomenudista, padre de la Leona, quien les abrió la puerta al goce de su trauma, obsequiándoles su primer “dulce”.

El Beto, es un niño que vienen a visitar al barrio, viene un automóvil de lujo y trae fruta, pollos rostizados, pan, etc. A éste niño le compraron un departamento para que viviera sólo, su padre y su madre fallecieron. Murió el papá, la señora se volvió a casar, le daba el padrastro una vida de perro y se salió de su casa; para esto la mamá le compró el depa, pero luego asesinan a la señora y ahora, la pareja ya no tiene nada que ver con el niño. No le gustaba vivir solo y se lanzó a la calle, fue localizado por un señor muy bien vestido, quien le manda que comer; pero ahora lo comparte con los “compas”; solo usa la casa cuando alguien está enfermo o pasado, a él le gusta dormir y convivir con la raza. Ha querido conocer a quien lo ayuda, quién es y por qué lo ayuda.

Tomás es adicto a la mariguana, en términos generales es tranquilo, su padre le enseño a fumarla porque él lo hacía y cuando estaba “gis”, se sonaba a la mamá. Una ocasión, ambos estaban pasados y el papá golpeó a su mamá y se le fue encima al papá y le puso una madrina que le rompió la quijada con la licuadora y le echaron seis meses en el reformatorio; cuando salió no quiso volver a su casa y se vino con los chavos, desgraciadamente no había tomado terapia y ahora sigue con lo mismo.

El caso más extraño es Jaime, no se sabe nada de él porque lo único que dice es “No” y mueve la cabeza en forma negativa y también dice “Jaime no” y se lleva la palma de su mano derecha al pecho, se piensa que quiere decir que es Jaime. Cuando ve a alguno de los muchachos fumar o ingerir algo, él con enojo levantando su voz, “No, no, Jaime, Jaime”, lo que hace pensar que quiere que no lo hagan, que vean qué pasa, que vean lo que le pasó a él. Nadie sabe dónde vive ni quiénes son sus papás, no los conocemos.

Éste es el núcleo de chavos que forman la “banda”, a las chicas ni las mencionamos, ya que cambian de chavo como cambiarse de cal… cetines, las del momento son Mélody, la Leona, la hija del “Dulcero” novia de Tomás, Laura, otra joya y Mayté, es la lideresa de las vendedoras de revistas y periódicos. Dicen que ya debe una vida, pero nadie le ha podido comprobar, ¿La Policía? Menos.

Este grupo de chavos forma parte de las tribus de asfalto, tienen algo en particular, no andan de vándalos, ni robando en las tiendas; se ofrecen para ayudar a barrer u otros menesteres, lavan coches, hacen mandados, etc. etc. ¿Broncas? Sí, a veces. En estos días todo está en cierta calma, ya que los vendedores andan en plan de buscar donde conseguir “dulces”, porque la que circula como si nada, con todo y la bendición del “Bebé”, (el padrino de la colonia), éste si debe muchas. Lo que más rola, es la yerba solo que nada más la venden a través de “burros” conocidos, los mini son muy apantalla tarugos.

Les decía que el paisaje estaba tranquilo, porque el “Mololongo”, “Segundo del Padrino” del barrio anda de viaje de cobranza, lo acompaña el “Sansón” y “Barrabás” y se llevó a la “Marrana”; ya saben, un cliente menos, o varios. Por esos días, Manolo convocó a los chavos y a las nuevas amigas de Tomás, compañeras de la prepa, al lugar donde se reunía todo el grupo, con el fin de hacer una cooperacha para la “mariguana” y dos o tres cartones de chelas. A la Leona le habían pagado en especie y por esta razón se armaría el “bisne” ella fue la anfitriona. Beto, el riquillo, llevó botella y media de ron; los demás con el “mony” que reunieron, llevaron las chelas y botanas, Jaime la grabadora y discos de reggaetón y otras cosas raras, y empezó la “pary”.

Al monótono compás de la música, si a eso se puede llamar así; sus mezclas tan estrambóticas, las llevaban en momentos a extremos groseros y hasta vulgares; pero ya forman parte de su vocabulario habitual, va transcurriendo la dichosa pachanga. Los bailadores más que eso, parecían tlaconetes en un puño de sal, se contorsionaban y sus miradas que empezaban a ser ya somnolientas casi perdidas. Transcurría un disco, otro y muchos más hasta que empezaron a gritar como locos y hacer desfiguros de todas formas y las dos jovencitas estaban siendo arrastradas a la avalancha de los vicios que más que adolescentes parecían zombis. La Leona, las más corridita en esas circunstancias, violó al Drácula. La luz del nuevo día se dejó ver por la rendija de la puerta, una de las muchachas, Violeta despertó sobresaltada con su ropa interior en la mano y gritó: “Mi papá me va a matar” ya me voy, ¿Dónde quedó mi mochila? Para Mélody y La Leona la “pary” fue de lo más “chido”. De los chavos el único que estaba consciente era Jaime, ordenaba la casa y limpiaba el piso, levantaba vasos del suelo de la mesa depositándolos en basurero improvisado en una bolsa negra, constantemente decía “No, no, no…” y movía la cabeza para ambos lados, “No, no, Jaime no”.

Esto es solo una pincelada del cuadro maestro de la realidad actual. El abandono de las criaturas es porque los padres se ausentan aun estando en la misma casa; es más importante la televisión o el periódico, o tal vez una llamada telefónica con la comadre y el chisme, o con el amigo para la cita de la parranda, en fin cualquier pretexto. Los abandonos provocados por la falta de comprensión de la pareja, tal vez el mal consejo de la divorciada que le gusta divertirse con el primero que le dice “mi alma”. Provocando así la existencia de los “Tomás”, “Manolos” o “Betos”. Que diferente habría sido si los padres de los niños de este grupito hubiesen cumplido debidamente, que diferente sería la vida para todos ellos.

El fin de semana siguiente volvieron a reunirse y antes de llegar al depa de Beto, los detuvo una patrulla y los remitieron a la delegación, con la consigna de encarcelarlos por reincidentes; pero llegaron a la hora del cambio de turno y los tuvieron hasta la madrugada en dos celdas, sin saber quién los acusa o por qué los detenían. Más o menos a las 10 am, llegó el Juez de Turno mandando que presentaran a los detenidos; al presentarlos al juez, quien se le queda viendo muy fijamente a Beto, le preguntó, dirigiéndose a él:

– Alberto Díaz del Real, ¿Qué haces aquí? No te veía desde la muerte del juez licenciado Díaz del Real.

– Señor fiscal, vamos a ventilar éste asunto, porque no lo llevaremos a juicio.

– Vamos a ver Alberto, ven, vamos a mi oficina. ¿Qué ha pasado?

– Después de la muerte de mi padre, mi mamá se volvió a casar y su marido me trataba muy mal, y más de una vez intentó violarme. Cuando le dije a mi madre; no me creyó, de todos modos me compro un “depa” me empezó a mandar dinero y alimentos. Poco tiempo después me dieron la noticia que se había muerto; nunca supe cómo pasó, una vecina de mi mamita, me contó que había tenido un accidente, desde entonces no volví a saber nada, pero el dinero y alimentos me siguen llegando, no he sabido cómo.

– He sido yo, dice el juez.

– Vivo solo con los chavos, (señalando hacia donde están sus amigos).

– Escucha Alberto, ¿Crees que a tus amigos les gustaría regenerarse, seguir vivir juntos, volver a estudiar y sanarse por completo?

– ¡Ya lo creo! Lo hemos platicado todos; pero ya ve la corriente nos arrastra por falta de dinero,

– Señor fiscal, por favor tráigame el expediente del juez Díaz del Real, y por favor cancele las audiencias del día de hoy, lo más rápido que sea posible, gracias.

Una vez en su poder el expediente solicitado, pidió que pasaran a todos los jóvenes a una sala de firmas para llevar a cabo lo que el señor juez iba a realizar. Empezando a nombrar a todos los presentes, quienes previamente habían sido enlistados y requiriendo documentación del registro civil, lo cual quedó pendiente, detalle que prometieron conseguir, Alberto respondió por Jaime. El licenciado inicia:

– Jóvenes: No les extrañe esta reunión, pero tal vez sea su seguro de vida y como todos ya accedieron, voy a proseguir.

– Es ordenamiento del juez Alberto Díaz del Real que en paz descanse se leyera su testamento en el mismo instante que se tenga noticias de la existencia comprobada del joven Alberto Díaz del Real, previa identificación, lo cual ha sido corroborado y se le notifique que es el heredero universal de todos sus bienes y negocios y utilidades de los mismos. Haciéndole saber que por medio de este documento gozarán los amigos que frecuente siempre y cuando lo acepten, regenerarse de buena manera.

– Deberán rehabilitarse, seguir o iniciar estudios académicos de acuerdo a los niveles en que estuvieran en el pasado inmediato si han sido abandonados. De momento todos estuvieron de acuerdo.

A los pocos días, encontraron a Tomás, bien cargado y le habían quitado la ropa nueva que le fue entregada a todos los chicos. Fue el primer beneficiado por el pequeño grupo de jóvenes entusiastas que se dedicarán en adelante a rehabilitar chicos en condiciones de asfalto. De las muchachas, la primera en entusiasmarse fue Mélody, hija de un ex inmigrante que se fue a los “yunaites” a buscar los dólares, y la hizo, regresó con una buena billetiza y estableció un negocio de refacciones; le está respondiendo bien su negocio. También se trajo a la Violeta, la que no quiso fue Luisa la “Leona” porque su mamá no la dejó, como es la mujer de “El Dulcero”, y éste la amenazó, también al grupo. El grupo empezó su labor en la casa de Alberto, hicieron llamarse “Tribu de Asfalto”, todos se reinscribieron donde correspondía y hasta Jaime ingresó a una escuela especial; al fin el problema dinero ya no existía, debido a los trámites de la herencia hechos por el licenciado Raúl Monterrubio, y de uno que otro lado que atraídos por la fama que se iba esparciendo por el barrio, aquello crecía.  La situación no podía ser tan bella; empezaron los problemas, nos enviaron a unos inspectores y querían consignarnos al tambo que por pervertidores de menores.

Cerca de cumplir un año, las labores del grupo iban mejorando, y por lógica la venta de mariguana y demás estupefacientes les disminuía en forma muy significativa. El Dulcero, que había mandado a su hija la Leona, de oreja al grupo, se supo cual eran los sitios que cada uno de los chavos atendía. El primero fue Alberto, le dieron una golpiza que por poco le sacan un ojo, duró casi dos meses en el hospital, se había levantado un acta acusando “A quien resulte responsable”; pero se sabía que no harían nada. Bajó un poco nuestro trabajo; pero a estas fechas ya éramos más de quinientos chavos y chavas que se los habían unido y todos trabajando.

Cuando Alberto se recuperó habló con Tomás, Manolo y Drácula, que se había ya inscrito en la escuela con el nombre de José María. Tuvimos una plática muy larga, y le aconsejamos a Beto que dejáramos todo por la paz. Se escuchó un ¡Qué! de alarido, y reclamó: “Yo, Alberto Díaz del Real, les declaro la guerra a ese “Bebé” y sus enanos, el que no quiera seguir conmigo, se puede retirar, lo entenderé; pero seguiremos siendo hermanos”.

Desgraciadamente se dejó venir, una guerra muy desigual, “La Tribu de Asfalto” sin armas, solo piedras, tabiques y palos, en un mes Alberto y sus más cercanos; Manolo, Tomas y Jesús María, fueron a dar al hospital; Alberto el más grave, tenía un tiro en un costado, muy cerca del corazón, pero al final la libró; decenas de descalabrados y golpeados con los puños. Cuando el señor juez se enteró que había salido del hospital y que lanzara públicamente el desafío por segunda vez, los llamó y le puso al Beto una regañada de Dios Padre y que de todas maneras tenía su ayuda y en todo lo respaldaría; esa misma noche, en la manzana donde está la casa del Beto y que sirve de albergue, se vio custodiado por una patrulla en cada esquina y la azotea cubierta de tiradores. El Bebé es sanguinario y dicen que le ardió hasta el… centro de la tierra que un escuincle se le enfrentara.

Tuvimos que acudir al licenciado Raúl Monterrubio, el juez que nos había otorgado la herencia, para que él les hiciera el paro, como dicen los muchachos. No se supo nada de las famosas visitas al barrio; Manolo y Alberto se dedicaron a investigar que había pasado, encontrando los siguientes datos: El señor juez no dijo de inmediato que ya no nos preocupáramos de nada, que nadie los molestaría más.

El desarrollo de las actividades del grupo siguieron su curso, cada vez más muchachos venían a ver de qué se trataba, viendo los beneficios que se lograban el juez Monterrubio consiguió que algunas empresas recibieran a algunos de los jóvenes y muchachas rehabilitadas. Se estableció por indicaciones del juez, un patronato de particulares, para que pudieran realizar colectas y recibir donativos.

En estas fechas ya tenían los muchachos un terreno de dos mil metros cuadrados, donado por el IPN; estaban construyendo la casa hogar y clínica para “Tribus del Asfalto”. En el mismo terreno se construirían canchas de básquetbol. Lógicamente que la venta de estupefacientes se vino abajo en ese barrio y el Bebé, sentenció a muerte al joven Alberto y sus amigos. A estas alturas Alberto y Manolo ya estaban por graduarse, aquel como abogado y Manolo es contador; los otros no les gustó estudiar pero se especializaron en diferentes oficios y tenían sus propios talleres en el barrio.

Una madrugada a eso de las 3 am, se escuchó una gran explosión y volaba una de los anexos construidos en la futura clínica y se temió por la vida de los chicos que pasaban la noche ahí; afortunadamente no pasó a más allá de lo material sin daños personales; adjudicándose el Bebé el trabajito. Alberto Díaz del Real, ya como abogado, presentó la denuncia y con el apoyo del señor juez, el asunto tuvo mucha rapidez en sus diligencias.

El mismo día que se presentaba la denuncia, se supo en el grupo que asesinaron a la Leona, y que había sido su padre; así que el mismo Alberto presentó la acusación en contra del Bebé por asesinato; obtuvo fotos varias del momento de la golpiza y el ahorcamiento. Una vez con todos los elementos necesario, se presentó y presentó las demandas y las pruebas; y como es “pájaro de cuenta” de inmediato salió un equipo de policías bien pertrechados, saliendo a la cacería del delincuente.

Pasó casi un año en nuestro barrio y varias de las colonias colindantes entraron en una gran calma ya no se vendía droga; de repente si llegaban chavos banda, pero al ver la calma la gente que vive aquí los aleja. Para el día 25 de diciembre, teníamos ya planeado inaugurar el centro y clínica “Tribus de Asfalto”. Ya estábamos llenos en el auditorio municipal y Alberto, con el micrófono en la mano derecha inició así:

– Agradezco mucho la asistencia del señor juez Raúl Monterrubio, el señor fiscal licenciado Luis Sánchez, el presidente municipal, muy en particular a Manolo, Tomás, Jesús María, Miriam, Mayté y en memoria de la inolvidable Leona, que fue sacrificada por nuestra causa, y por último al ausente… (Se escuchó un grito irreconocible).

– ¡Aquí estoy, soy Jaime, completamente recuperado y vuelto a vivir, por los esfuerzos de mis hermanos!

Una gran ovación y gritos de ¡Viva Jaime!, todo el mundo reconoce al “No, no, Jaime no”. La gritería se alargó y casi se convirtió en una romería, seguían llegando chavos de quién sabe dónde. Jaime y Alberto se fundieron en un gran abrazo y ambos derramaban lágrimas de alegría, Jaime tomó el micrófono y dijo:

– Agradezco infinito a los chavos de “Tribus de Asfalto” porque fueron ellos los que cubrieron los gastos de mi rehabilitación y ya… escucha, hablo como todos; el pasado ya pasó y vengo a ponerme a sus órdenes, soy psicólogo especializado en adiciones y nadie mejor que con ustedes me voy a entender.

– Bienvenido Jaime y se acabaron tus vacaciones, aquí trabajaremos para todos.

Se sirvió un “tente en pie” para dos mil personas en el “Salón La Leona”, que forma parte del complejo de ayuda para jóvenes “Tribus del asfalto”.

“Hagamos una bola de nieve rellena de ayuda al prójimo”

Jorge Enrique Rodríguez.

11 de enero de 2011.

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