Cuando regresé a la tierra de mis padres, que desafortunadamente ya habían fallecido, inicié algunos trabajos de restauración y acondicionamiento para establecer una Clínica Médica.
El siguiente día después de mi llegada al pueblo, me visitó el Arquitecto Ruiz que se encargaría de las obras, mientras me instalaría en la cabaña de visitas. Desde ese momento me llamó la atención un señor con aspecto de ser de la tercera edad, enfrascado en su lectura, me hizo un saludo al tiempo que sonreía, correspondí el gesto, enseguida recibía algunos bosquejos de las obras, el vecino siguió en su lectura. En memoria de un sacerdote salesiano médico, que atendía las necesidades de los habitantes del pueblo, tanto espirituales, médicas y otros servicios inclusive; se llamaría “Clínica Don Bosco”.
Varios días después de haberse iniciado las obras, regresaba de prestar mis servicios médicos en el Reclusorio del Estado, que está a 120 km del lugar donde voy a vivir, escuché mi nombre llamándome:
– ¡Doctor Jorge! Debe venir muy cansado, venga a cenar conmigo, tengo filete de ternera asada a las brasas y un vino tinto alemán, ¿Qué dice, acepta?
– Con ese menú, encantado señor… vecino, no conozco su nombre.
– Braulio, y háblame de tú, así de simple.
– Bien Braulio acepto, dame unos minutos, enseguida estoy contigo.
– Te espero, no me falles.
Mientras Jorge se bañaba para ir a la reunión con Braulio, aquel pensaba en los comentarios que escuchara en relación a su nuevo amigo:
– ¿Será cierto ese comentario de que Braulio sea homosexual? No tiene indicio de que lo indique, veremos.
Minutos más tarde el Dr. Jorge López Cándido llegó a la reja del jardín frente a su casa y escuchó la voz de Braulio luciendo un pantalón vaquero, cinturón de cuero crudo, de hebilla una cabeza de búho bruñido en plata:
– ¡Pásale está abierto!
– ¡Aroma exquisito! Mira te traje un Napoleón auténtico francés, de donde hice mi residencia, para que lo paladees con tus amigos.
– ¿Cómo es posible?
– Mira ayúdame a llevar aquella fuente a la mesa, enseguida platicamos.
– ¿En dónde te prepararon tan suculenta cena? Carne de ternera en salsa de piña, ensalada de mango, nueces y ajonjolí, digna de una mesa de reyes.
– No exageres, yo lo hice y me enseñó mi nuera.
– ¡Ah! ¿Cuántos hijos tienes?
– Solo uno, vive en Roma con su pareja, no se piensan casar; pero ambos son homosexuales y se respetan tanto como si fueran un matrimonio común.
– Nunca escuche nada igual. Entonces por eso son los rumores.
– No exactamente. Vivieron conmigo dos años, estuvieron preparando un libro de comida regional mexicana. Trabajaban en el Club de Golf que está en la cabecera municipal, al término de esa labor, me recomendó Brau, así le decía a mi hijo, ella se llama Xóchitl, me recomendaron a un adolescente, de apellido Rossi, hijo de italianos, al mes de estar conmigo, lo encuentran en la noche junto al río haciendo el amor con otro muchacho totalmente desnudos. Si no ha sido por mí, los matan a pedradas y por defenderlos me tildaron de iguales costumbres, a los chicos los corrieron del pueblo y desde entonces se corrió el rumor en la comarca; esa es mi historia, tuve que soportar todo por no dañar mi pensión, me faltaban tres años para cumplir el requisito, no me va mal, también me ayudan mis ¡Master Chefs!
– Con razón dice el dicho “Pueblo chico, infierno grande”
– A ver cómo nos va ahora con tu llegada.
– Los mandamos a la Chi…na Comunista, terminando el arquitecto, va a venir a vivir conmigo mi esposa y mi nenita Citlalli. Mi suegra nos visita una vez al año, es viuda, no está fea, a ver si te animas. ¿Eeh?
– A mis años… no inventes.
El tiempo en que estuvieron viviendo el hijo de Braulio y su pareja en su casa fue suficiente para dejar ese mal sabor de boca. Su actividad como Director de la Casa de Cultura del Municipio no ha habido discriminación alguna, aunque no existan fundamentos.
Las actividades de los dos jóvenes llegaron a su término junto con la ausencia de los chavos del río.
Al final del verano y a pocos días de que las hojas de los árboles empiecen a tornarse doradas, el Dr. Jorge recibió la confirmación de que ya habían embarcado los aparatos solicitados, al día siguiente llegará el equipo y materiales necesarios para que se entregue funcionando.
Después de esto, Jorge brincaba de alegría, Jorge reaccionó cuando escuchó:
– ¡Papito! ¡Papito!
Una hermosa nenita de unos cinco años, rubia, de lindos ojos de un azul celeste, transparente, sí ya sé, indescriptible. Doble sorpresa, habrán llegado su hija y su esposa. Esperan a que termine la consulta y van a su casa, para descansar planear el acomodo final, porque no ha sido amueblada en su totalidad.
Cuando llegan a la casa, notan que están saliendo dos camiones de volteo sacando cascajo, resultado de la readaptación de la construcción anterior. Como ya era costumbre, Don Braulio, caracterizado como un auténtico “Cocinero”, un pulquérrimo delantal y bonete:
– Después de saludar a tan bellas mujercitas, dándoles la bienvenida, espero que no te molestes porque invité a tus ingenieros a comer y ahora a ustedes como una gran familia.
– Escucha Jorge, Don Braulio no… (Le dice Soledad a Jorge).
– Shhh… Luego te cuento su historia.
– Don Braulio, no hay problema, gracias por invitarnos.
– ¡Ah! Dr. Jorge, me tomé la libertad de invitar al Ing. Vinicio Pérez, Presidente Municipal, está muy interesado en tus planes.
De la mesa del doctor se levanta Sol y se dirige a Don Braulio, alcanzándolo en la puerta de la cocina:
– Sr. Don, vengo sin que nadie me mande a darle las gracias por aceptarnos como familia, él es muy tímido. Muchas gracias.
El desarrollo de la comilitona se llevaba en santa paz, no se servían bebidas alcohólicas, había un gran tonel de madera con agua de limón con semillas de chía, helada, hummm… ¡Qué rica! Brotaban gruesas gotas de frescura que emanaban del citado tonel de encino. En ese momento llegaban dos camionetas, una con el Presidente Municipal y la otra con el Gobernador del Estado, quien no había sido invitado; pero si se le recibió con la dignidad correspondiente.
La casa del Dr. Jorge está situada a unos 25 km del centro cívico del poblado, detalle que había visualizado el Alcalde y comentado con el Gobernador y se tomara en cuenta en los planes que se tenían de la construcción de un Complejo Médico en el Municipio. .
El Gobernador, el Alcalde y el encargado de las finanzas municipales, el Dr. Jorge Buendía administrador y representante legal, estaban conversando en una mesa del jardín, sobresalía la voz del Gobernador:
– Cómo ve usted Dr. Buendía, dos ofertas:
1.- Terreno, construcción y equipo funcionando y un año de sueldo a sus empleados de planta, los médicos por honorarios y especialidades: $ 500,000,000.00
2.- Contrato de trabajo como Director del Complejo Médico por veinticinco años, además la renta del equipo e instalaciones. No se tarde mucho en responder, son: $ 36,000,000.00, mensuales ¡Eh…!
– Sr. Gobernador, Sr. Munícipe, agradecemos a todos los integrantes de esta comunidad se molestaran en acompañarnos a la inauguración de nuestra clínica, que en corto tiempo estará a su servicio.
– A manera de despedida, quiero avisarles, no es promesa, ya autorizaron el presupuesto federal para construir el Hospital Pediátrico y el amable Dr. Jorge Buendía, será el Director de este magno proyecto.
Justo un año después de la visita del Gobernador, en vísperas de las elecciones, se presentaron al Gobernador Lorenzo Salas, quien terminaba su mandato, presentaron al candidato Prisciliano Cuautle, fueron presentados al pueblo en general, al tiempo que anunciaron la inauguración del Hospital Pediátrico y la Clínica Don Bosco.
Fue un acontecimiento muy difundido en el estado, sobre todo por los tiempos cercanos a las elecciones estatales.
Xochitl y Brau
Les dieron residencia en el Hospital de Ciudad Juárez, especial atención a migrantes, la esposa del Dr. Jorge, fue nombrada como Directora de la Biblioteca del Municipio, se iniciaba la Casa de la Cultura.
Cuando el Dr. Jorge Buendía casi terminaba con su alocución en la entrega oficial de las instalaciones mencionó estas palabras…
-… y todo esto, se lo debemos al “Anciano del jardín” Don Braulio Buendía, esperando que sepamos agradecer algún día.
Jorge Enrique Rodríguez.
22 de septiembre de 2016.